Ella tiene 4, es como todas las niñas, es dulce, segura y decidida, pero últimamente se ha vuelto un poco caprichosa, autoritaria o mandona y aunque me han dicho que detrás de su comportamiento y su gran personalidad, hay potencial para desarrollar habilidades de líder, no quiero incentivar en ella la idea de que siendo voluntariosa y que con gritos y demandas poco racionales va a lograr algo.
A largo de mi vida he tenido pésimas experiencias de liderazgo y te aseguro que no todas las personas mandonas nacieron para ser líderes. Un líder no alcanza el éxito manipulando o derribando a otros. Un líder motiva, fomenta lealtad y no controla. Es inclusivo, sabe cuándo parar para escuchar, es humilde, honesto, trabajador y coherente, piensa antes de actuar y es asertivo.
Enseñamos a nuestros niños que el verdadero liderazgo se centra en las personas y no en el ego, por eso deben de escuchar, guiar, apoyar y colaborar, no dictar, controlar o intimidar.
Tengo un gran trabajo con ella y sus hermanos: Debo identificar cuáles rasgos de su personalidad son los que debo de canalizar y educarlos para que sean las mejores personas que puedan llegar a ser, más allá de etiquetas de mandones…porque MANDAR NO ES LIDERAR.

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