Estoy sentada leyendo noticias en twitter y me detengo en una nota que particularmente ha llamado mi atención: En el segundo debate entre Hillary Clinton y su contrincante republicano, la esposa de Donald Trump – Melania-, vistió una blusa Gucci la cual tiene como característica principal un tipo de lazo denominado “pussy-bow” (lazo que se popularizo entre las mujeres feministas trabajadoras alrededor de los años setenta, como una forma de imitar la corbata de los hombres que ocupaban los puestos laborales, que ahora ellas tenían la oportunidad de tener).
Como era de esperarse, la selección de esta blusa dividió opiniones, ya que lo que para muchos fue considerado una torpe casualidad por parte de quienes manejan la imagen de Melania, para otros representó un acto de ironía y rechazo a las constantes declaraciones misóginas y machistas de su marido, quien por supuesto no apoyaría el uso de una blusa feminista, al sexualizar y denigrar constantemente el rol de la mujer en el ámbito laboral.
Para mí es muy simple, la comunicación verbal/ no verbal – no es inocente; las palabras, el lenguaje corporal, los gestos faciales y por supuesto la elección del atuendo perfecto (o aquel que tenga tela de dónde cortar) tampoco lo es.
¿Ustedes que opinan?
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